Estres físico y mental

El estrés no es malo en sí mismo. 

Es la respuesta biológica y mental que tenemos grabada por defecto desde la Prehistoria para afrontar una amenaza y salir airosos de ella.

Durante el esfuerzo el sistema inmune bajo el estrés actúa por si se produce un accidente o cualquier tipo de daño, no sabe si la alerta que genera el estrés es real o ficticia. El sistema nervioso y hormonal movilizan diversas sustancias, entre ellas, la adrenalina que, a su vez actúa sobre el riego sanguíneo, la respiración y el corazón. El cortisol por su parte acentúa la agudeza mental, se moviliza más glucosa hacia la sangre, nos prepara para el esfuerzo físico y mental que significa el estrés.

Es posible que el esfuerzo físico y mental no acabe con el problema en el que se ha puesto tanto empeño y, día tras día, sigamos esforzándonos por luchar, ¿contra qué? ¿contra quién?. A veces ya ni lo sabemos, el caso es que vivimos en modo “amenaza perpetua”, en alerta. No somos conscientes de lo estresados que estamos hasta que se produce, o un incidente de salud física y/o mental que nos para, o paramos porque acaba la necesidad del esfuerzo. 

Si una vez acabado el esfuerzo te dices ¡bien hecho, lo he conseguido!… seguramente te gusta esa sensación de “subidón” que aparece porque se moviliza la bioquímica del placer, de la recompensa y de la analgesia. Esta sensación es adictiva y es la que genera que muchas personas, erróneamente, vivan enganchados al estrés sin saberlo.

El estrés mantenido en el tiempo puede ser origen de múltiples afecciones y de distinta naturaleza. ¿Has escuchado la frase “el estrés mata”? Refleja que el estrés incluso en su forma crónica, puede ser causa de infarto o accidente vascular cerebral poniendo tu vida en riesgo. Es importante encontrar el patrón y la razón del estrés y realizar los cambios oportunos. Así como tener en cuenta que el estrés físico y/o mental puede derivar en afecciones de muy diversa naturaleza y gravedad; no en vano, directa o indirectamente el estrés del que tratamos puede estar en el origen de la pérdida de salud, en general. No hay necesidad de poner en riesgo tu vida.

Numerosas afecciones pueden iniciarse debidas, o bien a una situación muy estresante aunque relativamente corta, como una situación traumática; o bien a estrés mantenido en el tiempo. La lista sería muy extensa, por ello se indican algunas de ellas:

  • Accidente vascular cerebral (ACV), infartos.
  • Afecciones cognitivas.
  • Alergias.
  • Alteración de hormonas como por ejemplo, estrógenos, progesterona, testosterona, prolactina, tiroides, paratiroides, con consecuencias varias.
  • Ansiedad, depresión. 
  • Cálculos renales y biliares.
  • Casos oncológicos.
  • Contracturas. Musculatura lisa o estriada, puede sufrir contracturas, inflamación, dolor.
  • Desarreglos menstruales.
  • Diabetes, intolerancia a la insulina.
  • Dolor de diversa índole o localización, migrañas, jaquecas.
  • Enfermedades autoinmunes
  • Gastritis, úlceras, hernia de hiato, parásitos intestinales.
  • Hipersensibilidad. Histaminosis.
  • Infecciones frecuentes víricas o bacterianas o mayor facilidad para contraerlas. 
  • Infecciones crónicas: hepatitis, candidiasis, HPV, EBV, HHV y otras.
  • Infertilidad.
  • Inflamación aguda o crónica en diferentes localizaciones.
  • Inflamación de la próstata. Problemas de erección.
  • Inflamación y dolor pélvico. Problemas del suelo pélvico.
  • Intolerancias alimentarias. Celiaquía. Daños de la flora intestinal.
  • Libido baja.
  • Mala calidad de sueño. Insomnio.
  • Malfuncionamiento del tiroides y paratiroides.
  • Masas, quistes en distinta localización y naturaleza. Endometriosis.
  • Neuralgias.
  • Poca concentración y/o memoria.
  • Problemas de control de peso.
  • Problemas de visión.
  • Síndrome de fatiga crónica, fibromialgia y afecciones relacionadas.
  • Trastornos alimentarios, anorexia, bulimia.
  • Etc.

Puede que pienses que no, pero el estrés engancha. Es como estar en una rueda en la que no puedes parar, y si paras te sientes tan mal que quisieras seguir corriendo aunque no tengas fuerzas. ¿Por qué ocurre esto? 

Esa sensación de placer tras el esfuerzo se debe a la actuación de sustancias, hormonas y neurotransmisores que promueven sensaciones placenteras a modo de recompensa como la dopamina; o la serotonina que nos hace sentir felices sin más. La hormona occitocina nos une y fomenta los sentimientos hacia nuestros seres cercanos que se convierten en seres queridos. La occitocina promueve que una madre nada más haber parido incluso agotada tras lo que es posiblemente la situación más estresante de su vida, quiera alimentar y cuidar a su bebé recién nacido y crea un vínculo muy poderoso. También debido a la occitocina se sienten unidas las personas que han compartido momentos difíciles, a veces creen que están enamoradas o se convierten en hermanos de armas para toda la vida. Durante el esfuerzo se liberan, así mismo, endorfinas y endocannabinoides que ayudan a evitar o minimizar el dolor y nos dan sensación de alegría y felicidad. 

A veces piensas ¿pero cómo he podido hacer este esfuerzo? ¡No te imaginas de lo que es capaz el cuerpo y la mente! En esto se basa el entrenamiento de deportistas o de personas cuya profesión implica riesgo o tomar decisiones en momentos difíciles.

Si te gustan las películas de miedo entiendes que la sensación liberadora de resolución tras pasar miedo es muy adictiva. Si eres deportista y te gusta el riesgo o el esfuerzo máximo, también lo entiendes. Está demostrado que las personas a las que les gusta correr y lo hacen habitualmente tienen más tolerancia al dolor y se sienten muy felices después de correr: es debido a la liberación de endorfinas y endocannabinoides. 

Te disgustas con alguien, haces un esfuerzo grande en el trabajo y aparecen leves infecciones: es un reflejo del estrés que has sufrido. El sistema inmune puso mucho esfuerzo en protegerte y algún virus se reactiva, como el de los herpes, que se queda en nuestro cuerpo esperando que tus defensas bajen,  y entonces brotan las calenturas, o incluso aftas bucales por otros virus.

En los momentos de estrés intenso pero puntual, todo el cuerpo se prepara para lo que piensa que es una lucha. El mecanismo de respuesta de estrés es un prodigio de protección que tenemos grabado en nuestra memoria biológica y en las redes neuronales que se activan por defecto ante lo que se percibe como una amenaza o agresión que pone en peligro tu vida.

Oyes un ruido al otro lado de la puerta. Te pones en tensión, los músculos se endurecen, cierras los puños, aprietas los dientes, el corazón se acelera, empiezas a transpirar, los ojos se cierran un poco y enfocas la puerta, el oído se afina y escuchas el más mínimo susurro, estás preparado para salir corriendo o enfrentarte a lo que sea. El cuerpo no sabe si es un atracador que te va a clavar un cuchillo en cuanto abras la puerta de casa o, como es el caso,  el repartidor de pizzas que prepara tu pedido y el terminal para que pagues con la tarjeta. La adrenalina se dispara, el cortisol circula por tu sangre, el sistema inmune moviliza interleuquinas proinflamatorias preparando el terreno por si acaso. Tienes ganas de ir a orinar ¿cómo es posible? Pero es que al corazón no le va bien tanta subida de tensión (casi te “lo haces encima”). Tu cerebro lo ha creado todo… y el cuerpo ha respondido como corresponde. ¿Y si no fuera el de la pizzería? Hay que pelear, defenderse o salir corriendo. 

Es “modo supervivencia1. ¿Te imaginas vivir así todos los días? Cada hora de tu día, incluso de noche, en tensión sin poderte relajar… Te duelen la cabeza, los hombros, el cuello; aprietas los dientes. El estómago lleva tiempo quejándose porque tienes gastritis, quizá una úlcera, tienes infecciones tontas cada dos por tres, no levantas cabeza… Parece que te has pasado de rosca o de vueltas.

1. ¿Sabes que tenemos una red cerebral que funciona por defecto? El “Default mode” conecta áreas cerebrales concretas y se activa cuando estamos estresados, ante una amenaza real o irreal, durante el sueño. Suelo explicar que es como el “modo a prueba de fallos” de tu ordenador. Está muy relacionada con la ansiedad y el miedo. Una sugerencia: Aprender a meditar. Puedo enseñarte. Relajarse nos ayuda a salir de ese modo por defecto que es magnífico que exista, pero si vivimos así continuamente, el miedo se apodera de nosotros, y toda la salud se resiente.

La mala noticia es que muchísimas personas en el mundo viven en una situación de estrés continuado y lo toman como normal sin pensar que puede ser el origen de graves problemas. 

Cuando el estrés se mantiene, el cortisol también se mantiene alto, crea otras respuestas nocivas y a medio y largo plazo afecta al sistema nervioso pudiendo entrar en situaciones de ansiedad o depresión, y también se afectan el sistema inmune y el hormonal o endocrino que empiezan a manifestar problemas de desadaptación. Por todo ello, cualquier sistema o tejido del cuerpo puede ser afectado por el estrés mantenido o estrés crónico

La buena noticia es que el estrés mantenido en el tiempo se puede revertir y puedes vivir una vida más placentera, plena y feliz, más saludable, tomando las riendas de tu vida sin que el modo por defecto (Default mode network) salte cuando menos lo esperas. La medicina china ofrece una visión de los problemas psicológicos, de las somatizaciones y de la neurología muy amplio que se plasma en un apoyo psico-emocional que en Biloba se combina con otros sistemas de soporte y Life Coaching integral. Te encantará comprender cómo está todo relacionado.

El estrés tiene mucho que ver en el mantenimiento o no del equilibrio general. Los factores que nos afectan mencionados en el punto anterior y que pueden modificar nuestra estado de salud, podrían englobarse todos ellos, en una sola palabra «estrés».  El estrés ha existido siempre y las tradiciones de cuidado como la medicina china detallaba perfectamente qué aspecto mental / emocional se relaciona con qué área física.

Como hemos dicho, el estrés en sí mismo no es malo: ante un cambio el organismo reacciona de una forma determinada para defenderse. El conocimiento detallado del efecto del estrés sobre el organismo proviene de la primera mitad del siglo XX de los estudios de Hans Selye quien en 1926 comenzó a registrar las observaciones de pacientes de afecciones diferentes que presentaban manifestaciones no sólo físicas sino mentales y emocionales. Selye planteaba que el estrés como respuesta era parte del esfuerzo de recuperar la salud. El nombre síndrome general de desadaptación (SGD) o estrés se debe a Selye.

El estrés conlleva una serie de mecanismos de protección y reacción que tenemos grabados desde hace miles de años y que implican al sistema de control central (sistemas inmunológico, nervioso y endocrino/hormonal), pero también al sistema circulatorio, corazón, sistema respiratorio, etc.

El problema sobreviene cuando el agente estresor es muy intenso o bien cuando el estrés cronifica. Hay personas que sufren un shock y sufren síndrome de estrés postraumático.  Encontramos  otras circunstancias en las que el estrés es continuado, repetidamente, un día tras otro: el organismo llegado un momento pierde la capacidad de adaptación. Se provocan entonces situaciones de agotamiento, situaciones de debilidad de los sistemas, se pierde la capacidad de regulación y el funcionamiento normal: el organismo se “desadapta”, y esta desadaptación que comienza en el sistema de control central es lo que inicia problemas de salud. 

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